jueves, 7 de agosto de 2008

Contracorriente

Esto es algo que escribí hace mucho y que me lo acabo de encontrar. Son otros tiempos y otras razones a las actuales las que me motivaron a escribirlo, pero igual decidí rescatarlo.
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No me critiqués por ser diferente,
porque hoy decidí nadar contracorriente.
No me juzgués, por favor, mi hermano
ni me hagás pensar que todo esto es en vano,
que ya bien difícil es que todos me señalen
y se burlen de mí por mi hazaña demente.
Yo no me rindo, camino de frente;
para mí sus razones, tan pobres, no valen.

Trato de luchar contra una cultura en decadencia.
Insisto en exclamar, pero mi grito se revienta,
en el vidrio que portan los hombres en su mano
y en aquellas nubes de humo, del malo, del pesado,
que molesta en los pulmones y en los ojos del ser,
y que de seguir mucho rato así, intoxicado he de yacer
en este claustro de sonrisas, pero sonrisas tan forzadas
que hacen que sus mejillas se revelen arrugadas.

Me decís que viva la vida, que es el momento de gozar.
Yo te respondo: -“Callate, dejame vivir en paz,
que para mí esta no es vida, no es más que un destino fatal”-.