sábado, 22 de diciembre de 2007

10:34

¿No han sentido alguna vez como que tienen un poder o una habilidad mental fuera de lo normal?
Según estuve revisando noticias y artículos, la teoría de que uno solo utiliza menos del 10% de la capacidad cerebral podría ser un mito, o un dato que en algún momento fue mal interpretado. La cuestión es que ahora los científicos dicen que no es que uno no use la totalidad de su cerebro, sino que, dependiendo de la actividad que uno esté realizando en cierto momento, va a utilizar ciertas regiones cerebrales.
Yo nunca he sido muy creyente como de las varas paranormales, así como de ver gente muerta o poder salirse del cuerpo físico durante el sueño. De hecho siempre he sido muy escéptico para creer en cosas fantasiosas.
Sin embargo, siempre me ha inquietado el hecho de que hay ciertas situaciones que a veces puedo predecir. Son cosas que pienso de repente, como sin importancia. Cosas tan poco coherentes que simplemente no les pongo atención. Pero a veces, cuando me doy cuenta de que estoy pensando en algo tan futil, tan banal, lo retengo en la consciencia. Y después si tiene relevancia: sucede algo en ese instante, o un rato después. Me ha pasado un montón de veces desde carajillo, y no se si será una extrañísima casualidad cada vez, o si debería creer en algo que siempre he negado.
Es como por temporadas que me vienen esas "visiones". Justamente cuando me acuerdo de ponerles atención. Pero hay una en particular que me inquieta mucho. Hace como 2 meses, mientras me rasuraba en el baño, pude ver en mi mente que eran las 10:34, y pense: "ay no, que tarde se me hizo". Luego me di cuenta que no era posible que yo supiera la hora, porque en el baño no hay reloj. Salí del baño, a ver el reloj de mi cuarto, y cuál era la hora: 10:34 a.m.!!! Me quedé dudando si de alguna manera yo pude haber visto el reloj antes, pero era imposible. De hecho que ese día tuve dos "visiones" más, aunque esas las encontraba más cercanas a una casualidad.
Ya me había olvidado de esa experiencia, cuando el miércoles me puse a hablar con un compa de las cuestiones metafísicas. Entonces me acordé de esa vez con lo de la hora, y se lo conté. Él me dijo que yo ya estaba empezando a poder manipular el tiempo, pero a mí me pareció una payasada y no lo tomé en serio.
Ayer estaba terminando de leer un libro y de repente me vino el recuerdo de ese momento, cuando estaba hablando con el compa de la hora y de que podía controlar el tiempo. Y en ese momento pensé: "que raro que me haya acordado tanto tiempo después de justamente la hora que era: las 10:34". Entonces deje de leer, para ver en el reloj cuál era la hora, y adivinen... 10:34 a.m.!!!!
Me quedé asustadísimo. Si fue una casualidad, pues fue demasiadísma casualidad. Y no se qué interpretar. ¿Qué es, que me voy a morir a las 10:34? ¿Que voy a tener 1034 novias en la vida? O tal vez 1034 espinillas. Jajaja, la verdad es que no me lo tomo muy en serio, pero si me inquieta mucho.
Las 2 experiencias han sido con el mismo reloj. Así que mi teoría es que mi reloj y yo desarrollamos cierta conexión, porque está ubicado detrás de mi cama, y cuando me acuesto, mi cabeza queda justo a la par de él. Puede ser que me esté metiendo varas en la cabeza mientras duermo, pero está bien, yo lo dejo.

Espero que el romance con mi reloj siga dando frutos (horarios).

*Foto solo con fines ilustrativos. Este es mi reloj, pero le cambié la hora para que pareciera más misterioso, muajajaja.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Había una vez (o tal vez más)

Había una vez una pequeña semilla que vivía junto a su árbol-madre en un gran bosque. Allí la vida era exquisita. Tenía toda el agua y todos los nutrientes que le eran necesarios para desarrollarse. El sol era radiante y confortable, mas no excesivo: los mayores la protegían con su sombra. Las aves cantaban todo el día con sus melodiosas voces, cosa que la alegraba de sobremanera. La madre se mostraba feliz ante la actitud de su hija, y le dijo que algún día tendría las flores más lindas del bosque, porque es sabido que la música desarrolla las mejores características en las plantas. Aunque bueno, competencia no le haría falta: allí los árboles florecían como en ningún otro sitio en el mundo, su belleza era incomparable. En fin, no podía haber un mejor lugar para vivir que allí.

Un día, mientras ella y su madre jugaban, llegó un ser extraño haciendo mucho ruido con una máquina. De repente, varios de los árboles alrededor de ellas comenzaron a desplomarse. Al ver esto, el árbol-madre le dio a su hija-semilla una gran ración de nutrientes y la soltó al viento, para que fuera a germinar en alguna parte lejos del peligro. La semilla se entristeció mucho con la separación de su madre, y ni siquiera tuvo tiempo de despedirse. Ese día hacía mucho más viento de lo usual, así que se alejó a gran velocidad.

Viajó durante largo tiempo, y llegó a un lugar donde no se veían muchos árboles. De hecho, era un lugar extraño, habitado por seres similares a aquel que había visto cuando se despidió de su madre. Además, no había tierra en nigún lado. Todo el suelo estaba cubierto por una masa gris, algo que nunca había visto en su vida. Al fin, el viento cesó y depositó a la semilla entre unas piedras. No se dejó intimidar, y a como pudo, la semilla germinó y enraizó entre los oscuros recovecos de la roca. Utilizó los nutrientes que su mamá le donó y así pudo desarrollar sus primeras hojitas y salir a la superficie.

El lugar donde germinó no le parecía nada agradable a la semilla. Estaba rodeada de esos seres extraños que pasaban en máquinas ruidosas a gran velocidad. Pocos árboles se encontraban cerca, y ninguno de ellos parecía tener la menor intención de mostrar sus mejores galas, como si estuvieran tristes. No exhibían flores muy coloridas ni muchas hojas. Las raíces de estos árboles se encontraban encerradas en pequeños espacios, entonces no podían crecer mucho, y esa era la razón por la que muchos morían al ser partidos a la mitad por el viento. Tampoco había nadie ya que protegiera a la semilla del sol. Y la música de ese lugar la perturbaba: el canto de los pájaros había sido reemplazado por unos chirriantes sonidos que emitían las máquinas.

A duras penas, la semilla logró convertirse en un pequeño árbol, alimentándose con los nutrientes que conseguía de la lluvia y de sus propias hojas caídas, tratando de sobrevivir a toda costa. Y cuando llegó el verano, se esforzó y floreó lo más que pudo. Y también liberó tantas semillas como sus limitaciones le permitieron. No le importó las pobres condiciones en las que se encontraba ni haber crecido en aquella fría piedra, sin haber tocado ni una sola vez el suelo.

Así continúa floreando todos los veranos nuestra protagonista, aunque cada vez con más dificultad. Y libera sus semillas al viento, orgullosa, con la esperanza de que algún día alguna de su progenie pueda regresar y germinar en el gran bosque donde ella nació.



Esta es una historia real. Bueno, el árbol si existe, la historia me la imagino de esa manera. Así que la próxima vez que transiten por la Autopista Interamericana, como un kilómetro antes de llegar al cruce de Manolos, saluden al poró-poró que está enraizado sobre una piedra al lado izquierdo de la carretera (en dirección norte).
Y dejen de talar, güevones!! jaja. Más bien siembren cuantos árboles puedan, que hasta en las piedras estan dispuestos a crecer.