martes, 15 de mayo de 2007

Mi locura en la tormenta veraniega

Quién hubiera pensado,
aquel día que te conocí,
que desde ese momento, en el que te vi,
mi vida entera habría cambiado.
Aunque yo ni siquiera lo pedí
vos ya me habías enamorado.

Contrariado por tu actitud pasiva
y tu espíritu salvaje enjaulado
salimos a pasear aquel día de sol
mi sombra y la tuya lado a lado.
Con el viento en la espalda y luego de frente,
luchando contra el tiempo, maldición persistente.
Y el deseo que escapa, del puerto, encallado,
mas bien en travesía hacia el horizonte poniente.

Nunca nadie se atrevió a preguntarnos,
nunca nadie se atrevió a cuestionarnos,
pero los sentimientos a mí no me engañan:
dolores que siento, Dolores me acuerdo.
Y de solo pensarlo, las alegrías emanan:
de que muy pronto volveremos a vernos.

Y vos siempre ahí, esperándome, callada,
aguardando en algún lugar de mi casa,
en algún lugar de mi corazón.

Mientras yo, confundido, me desvelo en mi locura
escribiéndote frases en un limbo de tortura
entre el deseo y la razón.

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